Captó
nuestra atención esta semana, paseando. Un escaparate de una
librería-tienda de regalos-quiosco. Un barrio normal. Un cartel
alucinante.
Nos
encanta por muchas razones, pero fundamentalmente por tres:
-Porque
recuerda que los hábitos simples, los de siempre, los que veíamos a
nuestro alrededor de pequeños, los que pensábamos que no
existían... siguen vivos. Se leen novelas románticas. Y, por lo que
se ve, con fervor. Bonito.
-Porque
refleja una situación económica dura, pero un afán de continuar la
actividad, una energía positiva, unas ganas de salir adelante. Ya
que ahora mismo va a ser que no vendemos mucho, pues vamos a ponernos
a intercambiar. Mantenemos el movimiento mientras no amaina el
temporal, atraemos tráfico -personas, vaya- hacia nuestro
establecimiento, ayudamos a parte de esas personas a evadirse y soñar
en momentos malos, y, quizá, con suerte, nos beneficiemos de todo
esto, sea en especies, en dineros, en el futuro, o en nuestra alma.
-Porque
revitaliza uno de los canales publicitarios más clásicos y efectivos:
la cartelería, exterior y en el punto de venta -intercambio, en este
caso. Pero ni mupis modernos, ni súper vallas móviles, ni efectos
especiales, ni luces de colores (lo pasaré bien). ¿Para qué? Lo
tiene todo: localización perfecta, conocimiento y llamada a la
acción de público objetivo, mensaje claro y directo, estrategia
simple pero eficaz. No necesita más.
Somos
fans de esta gente. Deseando poder volver a pasar por allí (la
tienda estaba ese día cerrada por festivo) para ir y darles un
abrazo. ¿Nos tomarían por raros, teniendo en cuenta que lo que para
nosotros es una genialidad a ellos probablemente les parecerá lo más
normal del mundo?
Gracias por tu comentario, nos alegramos de compartir visiones :)
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